miércoles, 5 de octubre de 2011

Lo esencial es invisible a los ojos

Cuando una decide ser madre (o padre), generalmente lo hace con falsas ideas preconcebidas, fruto de su educación, de su entorno, de la sociedad en la que vive... Raras veces ese deseo viene acompañado de reflexiones reales acerca de lo que significa tener un hijo, y frecuentemente una de las primeras cosas que se tienen en cuenta a la hora de tomar la decisión es si se tienen suficientes recursos (entendiendo por recursos "poder adquisitivo")  para poder darle "todo lo que necesita", sin preguntarse "qué es lo que necesita".
Es facil pensar, aún más cuando se es primeriza (o primerizo), que la llegada de un bebe es un acontecimiento que se puede tener del todo milimetrado. Se le amuebla y decora una habitación, se le compran miles de cachivaches (la mitad de los cuales nunca se van a utilizar), se planea dónde va dormir el bebe, la hora a la que se le va a bañar y la hora a la que va a comer todos y cada uno de los días... Y cuando llega el dia, como por arte de magia, nada de lo que se había planeado surge efecto.
A la revolución hormonal de los primeros días se le suma el intento desesperado de que la criatura "amortice" todos aquellos objetos que se han adquirido "en su honor", pero...¡Sorpresa! ...no le gusta dormir en su cuna, no le gustan los muñecos (es bastante lógico en un bebe de días), no le hace gracia el carrussel con pilas que han colocado en su hamaca ni la música que sale de ella. Ninguno de los objetos que pueden verse en la habitación son de su agrado, y sin embargo, es suficiente con los brazos de sus padres (o a veces de cualquier otra persona) para dar consuelo.
Un beso, una caricia, una canción o simplemente el contacto con la propia piel, consiguen lo que no consiquen todos los artículos de puericultura que hemos ido adquiriendo durante meses.
Por supueso, es comprensible sucumbir a la tentación de tantas compras inútiles ante la llegada de un bebe, comprensible, lógico y además, "hace ilusión", y no es necesario dejar de hacerlo, si se puede (aunque si recomendable).
Lo verdaderente importante, es saber que esas cosas, no son las que van a hacer feliz a nuestro hijo...que aquello que no se ve, es con diferencia lo que necesitan nuestros hijos.  Parece un cambio de chip fácil, pero echando un vistazo a nuestro alrededores veremos que no debe serlo tanto, cuando ante la llegada de un nuevo bebe se siguen adquiriendo todo tipo de artilugios que nos venden como imprescindibles. Intentemos reprimir ese impulso por un momento para criar a nuestros hijos sin esa necesidad de consumir que poco a poco ha ido calando en nuestra sociedad, y que tan dificil nos resulta ahora sacarnos de encima.
La necesidad de "tener" y "poseer" todo lo que se nos vende como "necesario" es una losa pesada que llevamos a nuestras espaldas, pero es una vez que nos la hemos quitado de encima, cuando podemos caminar mirando a la vida de frente, y en consecuencia, viendo las cosas con mayor claridad.
"Lo esencial, es invisible a los ojos..." El Principito

1 comentario:

  1. Por suerte esta reflexión ya la hice hace mucho, incluso antes de quedarme embarazada. Y las discusiones que llegué a tener con mi familia porque quería reaprovechar de otros bebés o hacer las cosas de otra manera. Como siempre he sido la "rara" de la familia (ya me gusta ser la rara en esta sociedad de consumo en la que vivimos), al final tuvieron que respetar mi decisión, aunque en algunas cosas claudiqué. Eso sí, cuando le quieren regalar algo, me preguntan qué necesita o qué le haría ilusión, nunca he tenido ni necesitado "cachivaches" tipo baby-cook, parte de su ropa es heredada o hecha por mi, tenemos huerto y recolectamos algo de fruta del entorno (que es la que come con más ilusión, directamente del árbol). Además, como vivimos lejos de la familia, estamos algo protegidos de que sus tíos y abuelos le llenen de regalos.
    Hay una frase de una canción de Vetusta Morla que dice: - tan sólo seremos libres
    cuando no haya más que perder.
    Un abrazo

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