![]() |
Ilustración Nati Vasquez |
Hace unos días celebramos el cuarto cumpleaños de mi hijo, y como sucede siempre que hay regalos de por medio (Navidades, cumples, etc) me veo en la obligación de reflexionar acerca del exceso de juguetes que poseen nuestros hijos y que en su mayoría ni siquiera nos han pedido.
Y es que hoy en día, aún pese a la crisis, muchos niños viven en casas repletas de juguetes con los que apenas juegan, porque por lo general los niños suelen entretenerse siempre con los mismos juegos y lo que les gusta de tener juguetes es más el hecho de recibirlos que el hecho de poseerlos.
¿Quien es el responsable de que esto suceda así y cuales son las consecuencias?
En un principio, al hacerme esta pregunta, caí en la tentación de responsabilizar a amigos y familiares, pues es cierto que el 90% de los juguetes que entran en casa son obsequios que les han hecho terceras personas y me temo que eso sucede en la mayoría de hogares, pero ¿no podemos hacer nada nosotros para evitar este exceso de objetos? seguramente sí, pero cuesta... porque queremos que nuestros hijos lo tengan todo, que no les falte nada, y a pesar de que somos personas adultas, que consumimos de manera responsable, que no malgastamos, que reciclamos y reutilizamos, cuando alguien nos pregunta “¿Qué le regalo al niño para su cumpleaños?” no somos capaces de decir “Nada, tiene demasiadas cosas” o quizá “un chándal me iría muy bien”, no, vamos y soltamos la retahíla de juguetes que sabemos que a nuestro hijo le hará ilusión recibir y desenvolver, porque sabemos que esa es la dinámica de la mayoría de los niños que hay a su alrededor y nuestro hijo no va a ser menos...
¿Y que sucede en los días posteriores a recibir el preciado regalo? Que tenemos la casa llena de juguetes, que se pasan dos, quizá tres días jugando con todos ellos, hasta que se decantan por uno o dos, y el resto quedan abandonados en algún rincón...y cuando el juguete por el que se decantan es un cachivache que cuesta cuatro duros y el juguete arrinconado nos ha costado un dinero la cara de bobo que se nos queda es la que nos hace reflexionar y pensar "¿que estamos haciendo?
En un principio, al hacerme esta pregunta, caí en la tentación de responsabilizar a amigos y familiares, pues es cierto que el 90% de los juguetes que entran en casa son obsequios que les han hecho terceras personas y me temo que eso sucede en la mayoría de hogares, pero ¿no podemos hacer nada nosotros para evitar este exceso de objetos? seguramente sí, pero cuesta... porque queremos que nuestros hijos lo tengan todo, que no les falte nada, y a pesar de que somos personas adultas, que consumimos de manera responsable, que no malgastamos, que reciclamos y reutilizamos, cuando alguien nos pregunta “¿Qué le regalo al niño para su cumpleaños?” no somos capaces de decir “Nada, tiene demasiadas cosas” o quizá “un chándal me iría muy bien”, no, vamos y soltamos la retahíla de juguetes que sabemos que a nuestro hijo le hará ilusión recibir y desenvolver, porque sabemos que esa es la dinámica de la mayoría de los niños que hay a su alrededor y nuestro hijo no va a ser menos...
¿Y que sucede en los días posteriores a recibir el preciado regalo? Que tenemos la casa llena de juguetes, que se pasan dos, quizá tres días jugando con todos ellos, hasta que se decantan por uno o dos, y el resto quedan abandonados en algún rincón...y cuando el juguete por el que se decantan es un cachivache que cuesta cuatro duros y el juguete arrinconado nos ha costado un dinero la cara de bobo que se nos queda es la que nos hace reflexionar y pensar "¿que estamos haciendo?
¿Es entonces responsabilidad nuestra? Por supuesto, es responsabilidad nuestra y de todos, mientras los hijos de nuestros vecinos, los compañeros de clase, los primos, todos sigan recibiendo esas cantidades absurdas de regalos no haremos más que llenar habitaciones de trastos que no van a hacer felices a nuestros hijos más que durante el microsegundo que tardan en recibir el preciado paquete. Y entonces, cabe preguntarnos...¿de verdad queremos trasmitirle a nuestros hijos que la felicidad "es eso"? Obviamente la respuesta es "no", pero ¿cómo conseguimos que se acostumbren a que un juguete para Reyes es suficiente sin que se sientan frustrados porque a "fulanito" le han traído 5 o 6?
O casi mejor, formulemos la pregunta de otra manera...¿se sienten los niños realmente frustrados por este motivo, o somos los padres los que buscamos esa satisfacción al pensar "a mi hijo no le falte nada?
Yo tengo la teoría aprendida, me falta llevarlo a la práctica y conseguir que mi hijo no se desilusione si recibe pocos juguetes estas navidades, o mejor dicho, no desilusionarme yo... ¿Qué pensáis vosotros?